La guerra árabe-israelí del Yom Kipur en 1973 marcó el punto de inflexión que impulsó una nueva era en la evolución de las ciudades. El petróleo disparado de precio evidenció la necesidad de desmantelar sectores industriales tradicionales. Las sociedades occidentales y sus ciudades necesitaban nuevos caminos para mantener los avances conseguidos. Surgió así la sociedad posindustrial y su habitáculo, la ciudad posindustrial.
"El panorama urbano (del francés panorama urbain), denominado skyline en inglés, es la silueta o la visión total o parcial de las estructuras y edificios más altos (sobre todo rascacielos) de una ciudad" (wikipedia). El Skyline es la imagen paradigmática de las ciudades posindustriales.
A partir de los años 80 del siglo XX, las ciudades comienzan a ser asépticos sumideros de la producción, donde comprar ya no es una necesidad sino una forma de ocio, inducida alegremente por el marketing y la publicidad.
Nuevos modelos urbanos: la metrópoli y el área metropolitana
El fuerte crecimiento experimentado por las ciudades en la era industrial quedará trastocado, apareciendo un modelo de ciudad cimentado en las grandes ciudades: las metrópolis. Son las que concentran las sedes del poder económico, político y social, la mayoría de los puestos de trabajo cualificado y los servicios más especializados, pues se trata ante todo de ciudades de servicios y de consumo. La terciarización -el predomino de la población activa que trabaja en el sector servicios- es el gran proceso económico y social de los últimos 30 años. Y su correlato es el consumismo.
Centro comercial en Santa Fe.
La metrópoli se extiende en el espacio creando un tejido construido continuo formado además por las diversas ciudades satélites que, cercanas, se han fundido con ella. Aparece entonces el área metropolitana formada por conurbación -concepto que se refiere a la unión, por su extensión en el espacio, de dos o más ciudades cercanas-. Es el caso, por ejemplo, de Madrid y sus ciudades satélites, también conocidas como ciudades-dormitorio: Alcorcón, Móstoles, Leganés o Fuenlabrada.
Área Metropolitana de Madrid.
La suburbanización, huyendo de los atascos y la saturación de la metrópoli
En las áreas metropolitanas de hoy se vive una serie de procesos como el de la suburbanización: las metrópolis, congestionadas por el tráfico, que dificulta los desplazamientos de particulares y empresas, y la fuerte competencia entre compañías establecidas crean deseconomías. Parte de la población y de los negocios optan por trasladarse a la periferia del área metropolitana, que comienza a crecer más que la metrópoli.
Entre los procesos de suburbanización destaca el crecimiento de las áreas residenciales de la periferia
A este fenómeno ayudan el automóvil, que permite desplazamientos diarios, disociando lugar de trabajo y domicilio; y el deseo de determinadas capas de diferenciarse socialmente. Quieren abandonar los centros urbanos deteriorados por la edad y mal conservados por la gestión municipal.
Las clases medias y altas, generalmente jóvenes o de mediana edad, desplazan su domicilio a la corona periférica metropolitana, donde se crean barrios residenciales de alta calidad y grandes superficies comerciales en áreas bien comunicadas.
Los cascos históricos y algunos barrios adyacentes quedan habitados por clases sociales más bajas, ancianos e inmigrantes.
Casas deterioradas en el centro urbano de Orihuela
Por el contrario, en la periferia las clases pudientes a veces desplazan a población de condición más precaria, remozando y revalorizando totalmente el suelo urbano. La llegada de estas clases medias y altas a espacios tradicionalmente depauperados se conoce como gentrificación.
En esta imagen de un barrio de Melbourne (Australia) del siglo XIX se puede observar el proceso de gentrificación con la recuperación de la habitabilidad de los edificios. Mientras, la vivienda de la izquierda con la fachada en blanco espera su turno...
La desurbanización o la relajación de las ciudades más pequeñas
La desurbanización es otro de los procesos más comunes. En este caso, las deseconomías alcanzan a todo el área metropolitana y el desplazamiento de negocios y población se dirige a otras ciudades de segundo rango más alejadas, aunque bien comunicadas por ferrocarril o por modernas autovías y autopistas.
Es un fenómeno que afecta principalmente a población altamente cualificada, que trabaja en la metrópoli y decide vivir en ciudades a menos de una hora de distancia, con alta calidad de vida y en ambientes menos estresantes. Es el caso, por ejemplo, de Segovia, Guadalajara o Toledo, cercanas al área metropolitana de Madrid.
Nótese el crecimiento urbano de las provincias limítrofes con Madrid (fuente: IGN)
El casco histórico como activo social y económico: la reurbanización
La reurbanización es un fenómeno que, en ocasiones, convive con la suburbanización y la desurbanización. Consiste en la repoblación y acondicionamiento de los cascos históricos degradados hasta los años 80 del siglo XX. Tal es el caso de ciudades como Girona, Pamplona u Oviedo, que hoy cuentan con vivos y bellos entornos en el centro de la ciudad.
Edificio rehabilitado como hotel en el centro histórico de Girona
Se han concedido ayudas a la recuperación y ocupación de viviendas con el fin de atraer población joven que rejuvenezca los barrios; se ha procedido a la peatonalización de muchas calles convertidas ahora en centros comerciales abiertos, acondicionadas incluso climáticamente; o se han hecho importantes campañas de promoción turística de estos centros urbanos.
La rururbanización: la paradoja de volver al campo y convertirlo en espacio urbano
Por otro lado, la rururbanización es uno de los fenómenos espaciales con mayores implicaciones sociológicas, pues consiste en que la ciudad se ha extendido por el campo haciendo etéreas las diferencias entre lo rural y lo urbano.
En la era preindustrial la identidad de las ciudades era evidente. Se definía la ciudad por oposición al campo, tras las murallas, y las formas de vida eran radicalmente distintas. Hoy las infraestructuras y los modos de vida de las ciudades se imitan en el medio rural, difundidos ampliamente por los medios de comunicación. Lo urbano es sinónimo de modernidad y dinamismo.
LLevar al campo infraestructuras, servicios y morfologías propias del medio urbano es lo que define el fenómeno de la rururbanización.
El fenómeno que más claramente evidencia la rururbanización es el de la segunda residencia. Las clases medias, gran parte, sueña tener o tiene una casa en el campo, la playa o la montaña: es el aceptado paradigma del bienestar -junto con un buen coche-.
Hasta tal punto existe esta querencia que en muchos núcleos rurales los habitantes suelen tener su segunda residencia en el campo, a las afueras del pueblo. Dotados de caminos-calle, tendido eléctrico, agua corriente, aceras, etc. Al final, no se sabe muy bien donde se habita, ¿en la ciudad o en el campo? Es la llamada ciudad difusa, uno de los conceptos que identifica la compleja idea de ciudad posindustrial.