Extremadura es la 5ª comunidad autónoma en tamaño de España. Tiene 41.633 km2 y está compuesta por las provincias de Cáceres y Badajoz, que son, a su vez, las dos provincias más extensas de España.
Se encuentra en la zona climática templada del hemisferio norte, bastante más cerca del trópico de Cáncer que del círculo polar Ártico, lo que marca climáticamente el predominio del calor sobre el frío, como rasgo determinante. Su posición geoastronómica privilegia, por tanto, los días de calor frente a la existencia de inviernos cortos con temperaturas suaves.
Como solemos hacer con otros espacios geográficos, creo que el perímetro de 1.184 Kilómetros de Extremadura lo podemos simplificar e identificar, de cara a análisis espaciales, con una figura geométrica, en su caso el exágono.
Pues bien, el exágono extremeño es un espacio de enorme distancias lineales entre el norte y el sur, el este y el oeste. Y esto ha tenido importantes consecuencias para el devenir, el poblamiento y el desarrollo de esta hermosa tierra. Con tan solo dos provincias de las 50 españolas (además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) la distancia entre su punto más al norte (término de Ladrillar, en las Hurdes, lindando con el parque natural de las Batuecas, ya en Salamanca) y su punto más al sur (donde la Rivera de Cala confluye con el Arroyo de La Víbora, justo donde se traza el límite entre las provincias de Huelva y Sevilla) es de 280,5 km. Google Maps estima un tiempo de casi 4 horas para atravesar la región por carretera.
Si introducimos una nueva variable, los 1.101.303 habitantes (INE, 2013) de la región, tenemos otras de las claves determinantes del estado socioeconómico y del nivel de ocupación del territorio extremeño. Redundo en lo contado y añado que de este a oeste las distancias también son considerables, 253 Km.
Por gusto descriptivo recojo fotografías de los límites cardinales de las imágenes satélite que ofrece Google Maps para ver las lindes extremeñas, que enmarcan un espacio, como digo, sacudido por las grandes distancias, la situación esquinada en el suroeste de España y de Europa, la poca población, y su posicionamiento geoastronómico en el sur de la zona templada, subrayando el predominio de la aridez ambiental (salvo en las zonas de montaña).
Y en cambio, pese a lo dicho, vemos como han sido los cursos de agua los que han servido para que el hombre marque los límites geográficos del terruño extremeño, por tantas cosas también rico y fecundo. El río Guadiana al este, el embalse de Cedillo sobre el Tajo al oeste, la línea de cumbre en Ladrillar, que desciende ladera abajo hasta el río Agadón ya en Salamanca y, finalmente, la Rivera de Cala y el Arroyo de la Víbora al sur.
Los cursos de agua trabajan como frontera, como línea líquida. Lo más parecido a una raya dibujada por el pulso lento de la naturaleza y plasmada sobre los mapas, que nos sirve para administrar el territorio y diferenciar los pueblos. Y sobre todos los cursos de agua y sobre todas las rayas, sobre todo los límites y los accidentes geográficos, serán fundamentales los río Guadiana y Tajo para entender el espacio extremeño.
Aún otra nota tengo que tocar para ir avanzando la importancia de la situación esquinada de Extremadura. Me refiero a la poca voluntad histórica del estado español para comunicar una tierra despoblada que nunca interesó mucho a la racionalidad técnico-económica imperante y ahondó si cabe aún mas su aislamiento, más obstinado que la tantas veces traída pertinaz sequía. Los dos últimos mapas que muestro sobre densidad de infraestructuras en un horizonte que llega ya hasta el año 2020 siguen reseñando estas ideas con un simple golpe de vista.