El geógrafo se ocupa de los elementos del espacio terrestre, su distribución y su interrelación. Desde otro enfoque, estudia las relaciones entre el hombre y el medio ambiente: el denominado factor antrópico. Este artículo repasa la evolución de la Geografía en la historia y aborda la cuestión de cuál es su campo de estudio.
Los primeros geógrafos o el arte de medir un meridiano
Desde la antigüedad, el estudio de los fenómenos geográficos ha sido una constante. En principio interesó el universo, aquello que se hacía inexplicable a la razón y se explicaba bajo el designio de lo sobrenatural. Los filósofos milesios, hacia el siglo VI a.C., rompieron con los mitos y buscaron explicaciones lógicas a la existencia de los rayos, las nubes, el sol o las estrellas.
Eratóstenes (siglo III a.C.) es considerado el primer geógrafo. Entre sus logros es conocida la medición de la longitud de un meridiano basándose en la diferente proyección de las sombras en Alejandría y Siena, en una misma fecha y teniendo en cuenta la distancia entre ambas ciudades.
Humboldt, padre de la Geografía científica, y las escuelas nacionales
Será siglos más tarde, sobrepasado el Renacimiento, cuando el estudio de lo geográfico quede limitado a lo puramente terrestre. Pero es a finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando la Geografía se perfila como ciencia estructurada con una metodología y un campo de investigación propios.
A esta época pertenece el aventurero, botánico y geólogo Alexander Von Humboldt, que en la actualidad es considerado el padre de la Geografía. Humboldt aportó un método riguroso basado en la recopilación y comparación de datos.
Tras Humboldt se crearon dos grandes escuelas: la alemana, dominada por Ratzel, creador de la Geografía Humana; y la escuela francesa, cuyo máximo exponente fue Paul Vidal de la Blache. De la Blache creía que la Geografía debía ocuparse de la relación entre el hombre y el medio físico. El resultado de esa relación era el paisaje, verdadero objeto de estudio del geógrafo.
Paul Vidal De La Blache
En estos primeros momentos de creación de la disciplina científica geográfica, bajo las lentes de la ilustración, el punto de vista será casi exclusivamente descriptivo, deteniéndose en la búsqueda de las relaciones causa-efecto.
La Geografía dividida en ramas frente a la visión holística y aplicada actual
A mediados del siglo XX, la Geografía se dividió en dos grandes ramas:
- La Geografía física, encargada del análisis y descripción del medio natural.
- La Geografía humana, que analiza los fenómenos humanos en su reparto espacial, desde los puntos de vista social, económico, político y demográfico.
En la actualidad, la Geografía pretende tener una visión holística, que analice todos los elementos susceptibles de aparecer en el espacio. Interesa sobremanera descubrir las relaciones entre los seres vivos y el hombre, detectar pautas de comportamiento de los fenómenos y actuar sobre ellos para mejorar la eficacia de las relaciones.
Es decir, en la Geografía prima hoy su vertiente aplicada, ordenadora del territorio. Cómo evitar la erosión de los espacios naturales o cómo gestionar el tráfico en una ciudad son dos ejemplos que pueden ayudar a comprender en qué está ocupada esta ciencia a principios del siglo XXI.
Las herramientas de la Geografía: de los mapas de barro a la Teledetección
Para abordar estas tareas, la Geografía se sirve de diversas herramientas. La más tradicional, y aún la más eficaz, es el mapa. El primer mapa del mundo conocido se encontró en Oriente Medio y tiene una antigüedad de unos 2.500 años. Desde esta plancha cocida en barro a la moderna cartografía computerizada, la ortofotografía, y los mapas topográficos de gran escala, gestionados a través de Sistemas de Información Geográfica (S.I.G.), el desarrollo ha sido vertiginoso.
Mapa babilonio 500 a.c.
Hoy, la labor del geógrafo depende, en gran medida, de los mencionados S.I.G. y de la teledetección satélite –el G.P.S. es una de sus aplicaciones más populares, usado para el establecimiento de rutas-, que ayudan a gestionar en tiempo real la evolución de los paisajes naturales y humanos. En esencia, sirven para encontrar soluciones a problemas de diversos índoles: la evolución de un incendio, la congestión del tráfico en una carretera o la evolución y los riesgos de una tormenta o de una huelga en el transporte aéreo.
La teledetección básicamente consiste en cámaras que recopilan datos de la tierra de forma instantánea y permanente, desde un satélite o un avión. Estos datos son localizados, analizados y relacionados para obtener la información necesaria para responder a problemas como los mencionados anteriormente.
Los S.I.G., en cambio, son sistemas informáticos que analizan bases de datos sobre elementos naturales, economía, demografía o infraestructuras, relacionándolos en una base cartográfica. Esta herramienta tiene múltiples aplicaciones, incluso comerciales, y está íntimamente relacionada con la teledetección, de la que obtiene abundante información.
Capas cartográficas de un S.I.G. (Fuente:Universidad de Salamanca)
Otra visiones de la Geografía, hacia la preservación de la armonía en la tierra
Hoy se pueden encontrar geógrafos trabajando en departamentos de marketing, ayuntamientos, organismos de desarrollo rural o empresas e instituciones públicas que gestionan grandes infraestructuras. No obstante, la Geografía sigue teniendo también una vertiente más romántica y comprometida con el subdesarrollo, la pobreza y la desigualdad. Es la considerada Geografía humanística.
Lo que parece evidente es que la concepción vulgar del geógrafo como alguien que se conoce el nombre de los ríos, cabos, golfos, montañas y capitales del mundo tiene poco que ver con lo que es la Geografía como ciencia.
En otra consideración de la Geografía como la comprensión de la belleza y el equilibrio de los paisajes de la tierra, el geógrafo decimonónico francés Eliseo Reclús señaló: “mi mirada no puede olvidar jamás la armonía que crea la concurrencia de las fuerzas animadas e inanimadas en el paisaje”. En la actualidad esta armonía está en peligro y, por tanto, los geógrafos deberían tener mucho trabajo.
Eliseo Reclús