EL RELIEVE EXTREMEÑO

Extremadura presenta características físicas variadas debido a su extensión, de 41.634 Km2 y a su situación geográfica en el suroeste peninsular. La región extremeña constituye físicamente un territorio integrado en la principal unidad del relieve peninsular: la Meseta. Así, el relieve interior regional es el resultado de las fracturas que el zócalo paleozoico de la Meseta sufre durante la orogenia Alpina, en el Cenozoico. La evolución geológica se remonta a períodos anteriores a la Era Primaria, en los que se almacenan los depósitos que formarán el solar regional, una vez emergidos. A lo largo de la Era Primaria se suceden episodios sucesivos de formación de montañas (orogenia Caledoniana y, sobre todo, orogenia Herciniana). El resultado será la definitiva emersión del territorio y el inicio de un largo período de arrasamiento de los relieves anteriores. Este proceso preside los últimos períodos de la Era Primaria y prácticamente toda la Secundaria. Será en la Era Terciaria cuando los movimientos Alpinos sometan a fuertes presiones a todo el conjunto semiarrasado y endurecido, dando lugar al abombamiento y desplome de grandes bloques que quedan desnivelados y a diferentes alturas. Los grandes cambios climáticos de finales de la era terciaria y del Cuaternario retocan el conjunto para dar el resultado que ahora contemplamos. De esta forma, quedan un conjunto de bloques elevados: Sistema Central, Montes de Toledo y Sierra Morena; y, por otro lado, zonas hundidas que configuran la penillanura extremeña y los valles fluviales (zonas con deposición de materiales de la Era cuaternaria -arcillas, areniscas-) del Tajo y del Guadiana (Cada uno de estos relieves se explicarán en este blog con más profundidad en las entradas referidas al relieve peninsular).